Os dejamos aquí un enlace al estudio realizado por el Observatorio de Caixabank Dualiza sobre Formación Profesional y el sector agroalimentario, posibilidades y retos.
La relevancia del sector agroalimentario en España tiene una doble vertiente, por un lado, cuantitativamente emplea al 6,6% de la población ocupada española, siendo la actividad manufacturera que genera mayor ocupación en el sector industrial. A su vez, la producción agrícola y su posterior procesamiento tiene un valor intrínseco de carácter cualitativo que se asocia a aspectos fundamentales para el desarrollo de la sociedad como la alimentación (que la pandemia resignificó visibilizándose como esencial), el bienestar o la identidad a nivel nacional, regional y local asociada a productos como el aceite, el queso, el vino… Además, aunque el presente FP Análisis se centrará en las principales actividades asociadas al sector (silvicultura, ganadería, agricultura y pesca e industria alimentaria) su cadena de valor se relaciona directamente con otras actividades económicas clave como el transporte, el comercio, la restauración y el turismo. En paralelo, las industrias alimentarias se localizan cerca de las explotaciones agrícolas proveedoras de la materia prima que luego es transformada en productos alimentarios elaborados. De este modo, el sector tiene la potencialidad de emplear y fijar fuerza laboral local e impulsar la cohesión social y arraigo territorial. Por ello, destaca por su capacidad para dinamizar zonas amenazadas por la despoblación y actúa como un importante agente de conexión entre el medio rural y el urbano. Finalmente, se trata de un tipo de actividad económica altamente exportadora, cuyo volumen de exportaciones no ha dejado de crecer desde 2010.
Actualmente, el sector está en pleno proceso de adaptación a un nuevo escenario empresarial que incluye los cambios en las pautas de consumo hacia productos más saludables, la creciente tendencia al consumo fuera del hogar, el desarrollo de marcas del distribuidor, el crecimiento del comercio on-line, la incorporación de las tecnologías digitales a los procesos productivos, la mayor concienciación por el impacto medioambiental, entre otros.
Estas tendencias deben reflejarse en los sistemas de formación que, a su vez, habrán de adaptarse a ellas para generar una fuerza de trabajo que responda a las necesidades del tejido productivo. En este sentido, el sector agroalimentario se vincula a dos familias profesionales ligadas directamente al mismo, estas son la Agraria (AGR) y las Industrias Alimentarias (IAM). Estas han de jugar un papel estratégico a la hora de formar a las personas cuyo nivel de estudios no alcanza el nivel obligatorio, las cuales, tanto en las industrias alimentarias como las actividades de silvicultura, ganadería, agricultura y pesca representan a la mayoría de la fuerza de trabajo.