Artículo de Rafael Sánchez publicado en El Periódico de Aragón
Las Escuelas Familiares Agrarias han sabido formar a los jóvenes desde el arraigo a su territorio
Rafael Sánchez
Me he llevado una gran alegría después de leer la ley Orgánica 3/2022 de Ordenación e Integración de Formación Profesional. Su objetivo, como dice en su artículo primero, es responder con flexibilidad a las aspiraciones de cualificación profesional de las personas a lo largo de su vida y a la demanda de nuevas necesidades productivas.
Leyendo su contenido he pensado en la necesidad de que la nueva Formación Profesional sea una inspiración para desarrollar estrategias en los medios rurales capaces de contribuir al desarrollo rural. En este sentido me he acordado del caso paradigmático de los Centros de Promoción Rural-Escuelas Familiares Agrarias (CPR-EFA) que han contribuido al desarrollo rural de Aragón desde sus postulados pedagógicos, en consonancia con la nueva ley.
El año pasado por estas fechas se presentaba el libro que escribí sobre las Escuelas Familiares Agrarias, pedagogía del desarrollo rural, editado por Rolde de Estudios Aragoneses, en su colección Centro de Estudios de Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales, donde se pondera la labor y contribución de 50 años dedicados a la formación de los jóvenes del medio rural de Aragón.
Su sistema educativo, revolucionario en aquellos años, ha conseguido que el 90% de su alumnado se quede en sus pueblos, no sólo en el medio agrario sino en otras profesiones rurales. Estas escuelas han sabido formar a los jóvenes desde el arraigo a su territorio, con una pedagogía basada en la alternancia educativa, con la implicación de los padres en el proceso educativo, con la cooperación de empresas y profesionales del medio rural y con la personalización educativa, capaz de orientar al joven en la realización de proyectos para el emprendimiento profesional y la empleabilidad.
En la alternancia educativa, el joven realiza períodos de estancia en la escuela alternados con períodos de estancia en la empresa. Es lo que hoy se denomina formación dual; esta práctica permite el arraigo del joven en su territorio porque su estudio está orientado hacia el conocimiento de la realidad rural en la que vive, asociando estrechamente los contenidos del currículo a la profesión, a la vida rural y al entorno natural y social con el que está afectivamente identificado. Los jóvenes no se forman en estas escuelas para marcharse del pueblo, sino para quedarse en su medio rural, gracias a una metodología que permite al alumno interrogarse sobre su propia realidad en la que está inmerso, tomar conciencia de su situación y buscar operativamente las soluciones idóneas que hacen posible proyectar su vida profesional, social y cultural.
La implicación de los padres en el proceso educativo de sus hijos ha sido clave en esta pedagogía; en las explotaciones familiares agrarias, los padres se convierten en los tutores profesionales de los hijos, haciendo posible una relación de mutua colaboración en la tarea profesional, a través de la cual el joven se forma y descubre el porqué de tantas cuestiones reales a las que se enfrenta. En el caso de otras profesiones rurales distintas al ámbito agrario, los alumnos cuentan con el apoyo de profesionales de empresas del medio rural que ejercen una labor formativa y de acompañamiento del joven en la adquisición de aquellas competencias que le capacitan para ejercer una profesión, ya sea empleándose en una empresa o creando su propio empleo en el medio rural.
El papel de los profesores de las Escuelas Familiares Agrarias no se ciñe a la función docente, su acción es educadora y animadora del proceso educativo. Por ello, se puede decir que son educadores sociales, especialistas en la disciplina correspondiente a su función docente, nutrida de un objetivo común: contribuir a la formación de los jóvenes para que sean protagonistas activos del desarrollo rural en sus territorios.
Con este artículo quiero llamar la atención de quienes deben implementar la nueva ley de Formación Profesional, con el deseo de que el medio rural no se quede sin voz, sino que cuente con aquellas entidades que han sido pioneras en la formación dual en España, como han sido las Escuelas Familiares Agrarias, con más de 50 años de trayectoria a sus espaldas, fijando población en los pueblos y contribuyendo al desarrollo rural de Aragón.